lunes, 9 de febrero de 2009

Què opina la gente




Fernando Suàrez

Verdaderamente, la delincuencia que azota las principales ciudades del país es alarmante. Es responsabilidad de nuestras autoridades nacionales y locales combatirla, no con subsecretarías ni comités, ni asesores de seguridad, tampoco con represión indiscriminada, ni a sangre y fuego sino llegando a la raíz del mal, creando fuentes de empleo e incrementando la producción.

Cómo no se va a incrementar la delincuencia cuando existe actitud para que se eleve el número de desocupados en las grandes ciudades. A pretexto de la regeneración urbana en Guayaquil, por ejemplo, se persigue a los vendedores informales sin permitirles el acceso a esas zonas donde antes hacían sus negocios; ahora algunos informales ya no pueden vender sus artículos en las calles y se habrán dedicado al asalto.
¿Qué se espera entonces si se fomenta la desocupación? Cuando Guayaquil se proclama al combate de la delincuencia, esta se incrementa en otras ciudades como Quito, Ambato, Cuenca, adonde migran los delincuentes perseguidos. ¿No sería conveniente dejar que continúen con su ocupación informal en sus mismos sitios de trabajo, organizándolos, controlándolos y hasta uniformándolos decentemente?

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